Posteado por: coastaltravels | junio 30, 2010

Los atardeceres más bellos del mundo


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Intentar explicar una puesta de sol hermosa es igual que intentar contar un sueño: una tarea fútil. Los colores, las dimensiones,… La auténtica naturaleza de un atardecer es inefable. Además, su belleza no deja de ser subjetiva, por supuesto. Así, un viajero contempla con los ojos empañados en lágrimas el naranja que se degrada sobre el Mediterráneo, mientras que otro se sienta extasiado ante un caleidoscopio empañado por la contaminación de un ajetreado paisaje de ciudad.

Entonces, ¿a quién podríamos recurrir para elegir los atardeceres más bellos del mundo?

Por supuesto, a los expertos: viajeros que han recorrido el mundo, artistas y aventureros que no sólo se han quedado a despedir el sol en cada rincón de nuestro planeta sino que han sabido apreciar la belleza metafórica, espiritual y, sí también, la visual del festejo de fuegos artificiales con que nos deleita la naturaleza. Les hemos pedido a tales expertos que nos describan las puestas de sol más bellas que hayan tenido ocasión de ver.

Pero, en primer lugar, ¿en qué consiste un crepúsculo hermoso? Para muchas personas, incluido Andrew Zimmern, del canal de televisión Travel Channel, la playa suele formar parte del paisaje. «Entre los atardeceres más reseñables de mi lista tendría que incluir la playa de Seminyak, en Bali, y sentarse en la arena de Mahoe Bay en Virgin Gorda, en las Islas Vírgenes Británicas, donde tuve ocasión de compartir el acontecimiento con mi esposa y mi hijo… y nadie más a la vista.»

Julia Dimon, periodista de viajes y copresentadora de Word Travels en el canal de televisión National Geographic Adventure, vio la puesta de sol más bella en el Valle de la Luna, en el desierto de Atacama de Chile. «En invierno, cerca de las 18.30 horas, en el cielo se ve un arco iris de acuarelas rojos, naranjas y púrpuras. Un tono cálido ilumina una cordillera de un millón de años. Se elevan sobre las dunas de arena, cual la espina dorsal de un reptil prehistórico. Milenios de vientos del desierto han esculpido piedras y formaciones arenosas y los colores bailan a la luz de la noche temprana. Júpiter reluce en el cielo, al tiempo que un auténtico patchwork de estrellas celestiales comienza a titilar.»

Como cualquier fotógrafo amateur ha tenido que aprender por las malas, es imposible capturar la belleza del sol en el momento que se oculta. Salvo que te llames Lora Drasner, que se pasó años perfeccionando el arte de las fotos de atardeceres. En su libro Sunsets (Atardeceres), esta nativa de Washington presenta docenas de puestas de sol capturadas con belleza, la mayoría durante una vuelta al mundo que hizo la autora en tres años, a bordo de un yate.

¿Cuál es el secreto para fotografiar los últimos instantes del sol cada día? Para empezar hace falta una cámara buena, con una lente potente que no se dirija hacia el sol. «Aunque haya una nube o el cielo esté rojo -explica Drasner-. De este modo se consigue una foto hermosa, sin manchas solares.»

¿Y cuál sería para Drasner la puesta de sol más bella del mundo?
Tahití, donde vio su primer rayo verde, un fenómeno meteorológico que se produce cuando los rayos azules y verdes del sol permanecen en la atmósfera durante más tiempo que los amarillos. «No sólo fue un fogonazo -narra Drasner-, sino que se mantuvo un brillo verde durante varios segundos, y después de verlo me sentí eufórica.»

Pero no es necesario estar en una playa ni navegar por los mares del Pacífico sur para disfrutar de bellos atardeceres. También las ciudades pueden servir de fondo a momentos realmente impresionantes. Al menos eso afirma Tony Wheeler, el fundador de Lonely Planet, que no citó ninguna playa exótica o cima remota. En su lugar, Wheeler aprecia las cosas cercanas.

«He visto grandes atardeceres en los desiertos y en las playas -afirma-, pero uno de mis favoritos es muy normalito y mundano: desde el tejado de mi oficina, en el suburbio industrial de Footscray, próximo a Melbourne. Las grúas y los contenedores del barrio de los Docklands pueden asemejarse a un cuadro de un Jeffrey Smart que se hubiera chutado ácido, a medida que el sol en descenso proyecta un caleidoscopio que se reflejan en los rascacielos de la ciudad.»

Históricamente, el retiro nocturno del sol ha simbolizado el pacífico fin de una larga vida. Si no, basta con preguntarle a cualquier joven novia que haya bailado con su padre en la boda, al ritmo de Sunrise, Sunset (Amanecer, atardecer). Sin embargo, en la hora en que los últimos rayos del día dejan paso a la oscuridad de la noche, nuestros pensamientos no tienen por qué ser tan oscuros. Para Peter Greenberg, el editor de viajes de las noticias de la CBS, y reportero del programa The Early Show, el crepúsculo es una «celebración de las cosas que nos esperan». Concretamente, señala el bello atardecer sobre Fire Island, una estrecha franja de tierra muy valiosa próxima a la costa de Long Island, Nueva York.

«Estés donde estés en la isla -afirma Greenberg-, prepárate a disfrutar de un auténtico regalo. Cuando el sol se pone, la luz que te baña se torna mágica, casi reflexiva… y no quiero decir solo en un sentido científico, sino también en un sentido profundamente emocional.» Después de todo, igual que el sol se pone todas las noches, también sale siempre después, «lo que permite volver a vivir nuestra inocencia, nuestra juventud, nuestra libertad».

Y quizás sea esa, después de todo, la verdadera definición de la belleza.

Fuente: Yahoo noticias


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